En el Día de “Apreciación” de los Trabajadores de Cuidado Infantil, Lo Que Realmente Necesitamos Es Acción

Cuando necesitaba cuidado infantil para mi familia, no era accesible. 

No quería que nadie más se sintiera tan solo. 

Soy madre de cuatro hijos, una de las cuales tiene una condición cardíaca crónica y otro que tiene ADHD y trastorno del espectro autista (TEA) nivel 1, lo que hace que sea un poco más difícil encontrar centros de cuidado infantil con la experiencia adecuada. 

E incluso si esa ayuda estaba disponible, no estaba a mi alcance pagar la guardería. Para mí, eso era un lujo inalcanzable, y por eso, hace diez años, decidí dedicarme al cuidado de niños, para poder ayudar a las familias que están pasando por la misma situación difícil en la que yo estuve. 

En otras palabras, fue la lucha por encontrar ayuda para mis propios hijos lo que me dio la fuerza para ayudar a otros niños como ellos. 

Ahora soy maestra certificada de Educación Infantil y Educación Especial, trabajando con niños con TEA, ADHD y otros trastornos del desarrollo neurológico. A través de mi trabajo, me he dado cuenta de la gran necesidad que tiene mi comunidad para maestros con experiencia en educación especial. Pero también sé que este trabajo es difícil y requiere mucha fuerza. 

Déjame guiarte a través de mi día de trabajo típico, que comienza a las 5 a.m. 

Durante trece horas, no solo estoy enseñando a los estudiantes; estoy jugando, cantando, bailando y leyendo. Estoy cocinando, repartiendo y recogiendo los niños de la escuela, haciendo observaciones y evaluaciones de mi clase. Y además de trabajar con los niños, estoy en comunicación con padres sobre mis observaciones, asisto a reuniones de trabajo y completo el papeleo del día. 

Y cuando mi día termina a las 6 p.m., el trabajo continúa. 

Porque además del trabajo, también estaba en la escuela.  

En casa, participo en clases y hago mi tarea hasta alrededor de las 8 p.m., atendiendo a mis hijos y a mi esposo hasta que finalmente me duermo (generalmente demasiado cansada para quitarme los aretes). 

Tengo un profundo amor y pasión por mi trabajo, y me emociona la oportunidad de estudiar y prepararme profesionalmente. Además de las otras responsabilidades que ya tenía, me gradué con honores, construyendo sobre los sueños que tengo para mi carrera. 

Y, sin embargo, mi sueldo no aumenta como aumentan mis habilidades y experiencia en mi trabajo. 

Aun así, me siento comprometida a dar lo mejor de mí en mi profesión para las generaciones futuras. Y durante un tiempo, todo iba bien. Es decir, hasta que recibí una llamada de la escuela de mi hijo. 

En un terrible accidente, le habían disparado. 

En ese momento, mi vida cambió por completo. 

Debido a ese momento, podría haberlo perdido todo. 

Después de largos meses en el hospital de cuidar y apoyar a mi hijo en su recuperación, me di cuenta de que no tenía suficiente apoyo en mi trabajo o ni siquiera una aseguranza que me respaldara esos meses para cubrir los gastos. Y así, tuve que gastar mis ahorros, que estaba guardando para expandir mi negocio. 

En ese momento, quise tirar la toalla. 

Pero al igual que cuando empecé a dedicarme al cuidado infantil, hace diez años, recurrí a mi fuerza, y ahora, estoy abogando más fuerte que nunca por un cambio grande. Abogando para salarios más altos y mejores oportunidades para todos los profesionales de cuidado infantil y profesionales de cuidado de personas con discapacidad, espero lograr esos cambios que ayudaran a mi comunidad. 

Y a mi comunidad: Mi consejo es que nunca se rindan. Por muy difícil sea su situación, siempre podemos comenzar de nuevo y usar nuestra experiencia para ayudar a otros.