En el Aniversario de #MeToo, por qué las Latinas Están Marcando el Camino / On the #MeToo Anniversary, Why Latinas are Leading the Way

For an English version, scroll down. Spanish translation by Kelly Close. 
Hoy hace un año, #MeToo se volvió viral. Alyssa Milano hizo una llamada de acción, basándose en el movimiento que Tarana Burke comenzó hace una década. El movimiento tenía la intención de mostrar al mundo “la magnitud del problema,” de cuántos de nosotros hemos enfrentado el acoso y la agresión sexual. Pero provoco una avalancha. Mujeres de todos lados contaron sus historias sobre el acoso sexual y las agresiones a las que se han enfrentado, especialmente en su lugar de trabajo. Parecía que finalmente estábamos teniendo un diálogo nacional sobre el acoso sexual y la violencia, finalmente reconociendo cuán frecuente es el acoso sexual y la violencia en nuestros lugares de trabajo.
Ya que estamos finalizando el Mes de La Herencia Hispana/Latinx, vale la pena tomar un momento para reconocer que no estuviéramos en este momento, sino fuera por las voces valientes e inspiradoras de líderes latinas. Fue la poderosa carta de Alianza Nacional de Campesinas que describía la violencia sexual que enfrentan las mujeres campesinas que impulsó a actrices de Hollywood y poderosas abogadas como Roberta Kaplan y Tina Tchen a unirse para crear TIME´S UP y el Fondo de Defensa Legal de TIME´S UP. Nuestros líderes Latinx, incluyendo Alianza, Voces Unidas y el  Fondo de la Comunidad Latina, trabajan en nuestras comunidades para crear conocimiento sobre el acoso sexual y la violencia, y al mismo tiempo organizar y conectar a las trabajadoras con información y recursos. Con este trabajo, están cambiando vidas, comunidades y nuestra cultura.
Y su ayuda es importante. Aquí en el Fondo de Defensa Legal de TIME’S UP, hemos escuchado a latinas de diferentes industrias, regiones y niveles de sueldo. Hemos visto cómo la industria y el estatus migratorio pueden dejar a las latinas, especialmente a las inmigrantes latinas, vulnerables al acoso sexual en el trabajo. En las industrias donde las mujeres inmigrantes son desproporcionadamente representadas, como la industria hotelera y trabajo en los campos de agricultura, son hervideros de acoso. Hemos escuchado historias de mujeres latinas, como una mujer que trabaja para una cadena de hoteles y que fue acosada sexualmente y agredida físicamente por su gerente de hotel y un traductor durante años; una mujer campesina que sufrió acoso sexual verbal y contacto no deseado por parte de tres compañeros de trabajo; una mujer en una empresa de limpieza cuyo jefe trató de besarla y tocarla. Hemos escuchado a latinas quienes no saben qué hacer porque tienen miedo de denunciar el abuso y el acoso por que pudiera revelar o afectar su estatus migratorio. Nos enteramos de una latina que intentó denunciar un asalto en el trabajo a las autoridades, pero cuando llegó la policía, los oficiales no hablaban español y no entendieron bien lo que había sucedido. El estatus migratorio, las condiciones de trabajo y las barreras del idioma contribuyen al desequilibrio de poder y hace aún más difícil a sobrevivientes a vocalizar sus historias y denunciar acosos.
También hemos visto el resultado que reciben las mujeres al denunciar el acoso sexual. Mujeres nos han contado cómo sus supervisores reducen sus horas después de rechazar los avances sexuales o cómo su lugar de trabajo las obligó a renunciar o fueron despedidas por haber denunciar el acoso. Por qué las latinas en este país ganan solo 54 centavos por cada dólar pagado a los hombres de blancos, las consecuencias después de denuncias pueden ser devastadoras.
Tenemos mucho trabajo que hacer. Para enfrentar verdaderamente la cultura del acoso sexual y la violencia sexual en nuestros lugares de trabajo, debemos asegurarnos de que nuestras coaliciones y nuestros esfuerzos reflejen las voces de las personas más afectadas. Con el liderazgo y la visión de mis colegas Latinxs en National Women’s Law Center y en organizaciones como Alianza, Voces Unidas y el Fondo de la Comunidad Latina, tengo la esperanza de que podemos avanzar hacia un mejor futuro.


One year ago, today, #MeToo went viral. The call that Alyssa Milano sent out, building on the movement Tarana Burke began a decade ago, intended to show the world “the magnitude of the problem,” of just how many of us have faced sexual harassment and assault. A deluge ensued. Stories poured out from women about the sexual harassment and assault they have faced, particularly at work. It seemed that we were finally having a national dialogue about sexual harassment and violence, finally recognizing just how prevalent sexual harassment and violence is in our workplaces.
As we reach the end of Hispanic Heritage month, it’s worth taking a moment to recognize that we would not be in this moment but for the courageous and inspiring voices of Latina leaders. It was Alianza Nacional de Campesinas’ powerful letter describing the sexual violence women in agricultural fields and packing sheds face that prompted Hollywood and powerful lawyers like Roberta Kaplan and Tina Tchen to come together to create TIME’S UP and the TIME’S UP Legal Defense Fund. Our Latinx-led partners, including Alianza, Voces Unidas, and Latino Community Fund, work on the ground to raise awareness about sexual harassment and violence, organize, and connect women workers to information and resources. They are changing lives, communities, and our culture for the better.
We need their help. At the TIME’S UP Legal Defense Fund, we’ve heard from Latinas across industries, geographic regions, and pay scales. We’ve seen how industry and immigration status can leave Latinas, particularly recent Latinx immigrants, vulnerable to sex harassment in the workplace. Industries where immigrant women are disproportionately represented, such as hospitality and agriculture, are hotbeds for harassment. We’ve heard stories from Latinas such as a woman who works for a hotel chain and was sexually harassed and physically assaulted by her hotel manager and a translator for years; a farmworker woman who experienced verbal sexual harassment and unwanted touching by three male co-workers; a woman at a cleaning company whose boss tried to kiss and touch her. We’ve heard from Latinas unsure of what to do because they’re worried that reporting abuse and harassment will reveal or impact their immigration status. We’ve heard from a Latina who tried to report an assault at work to the authorities, but when the police showed up, they couldn’t speak Spanish and misunderstood what had happened. Immigration status, isolated working conditions, and language barriers each contribute to power imbalance and make coming forward and reporting harassment even more difficult than it already is.
We’ve also seen just how common retaliation is against women who report sexual harassment. Women tell us how supervisors cut their hours after they rebuffed sexual advances or how management forced them to quit or fired them for reporting the harassment. When Latinas make only 54 cents for every dollar paid to white men, the consequences of reporting can be devastating.
We have a lot of work to do. To truly tackle the culture of sexual harassment and sexual violence in our workplaces, we need to make sure that our coalitions and our efforts reflect the voices of those impacted. Yet with the leadership and vision of my Latinx colleagues at the National Women’s Law Center and at organizations such as Alianza, Voces Unidas, and Latino Community Fund, I have hope that we will make our way to a better future.